Ya está disponible el tercer volumen del «Método al revés», el sistema de aprendizaje de lectoescritura diseñado para facilitar la incorporación de los niños al uso correcto del lenguaje de forma divertida y, a su vez, adaptada a las particularidades de cada alumno y respetuosa con los distintos ritmos de aprendizaje.
Una vez más, tengo la ilusión de que este tercer número obtenga una gran acogida, al igual que la de los dos volúmenes anteriores, ya que soy conocedora de que las personas que se han iniciado en el uso de este Método están esperando sucesivas entregas.
Este tercer volumen profundiza, sobre todo, en la necesidad y en las estrategias de la comprensión, con lo que los textos que aquí aparecen se adaptan a distintos niveles y continuamente interpelan a la interacción del niño con los demás y consigo mismo.
El objetivo fundamental de este libro sigue siendo propiciar e incentivar el interés del niño hacia la lectura y la escritura, de manera que desarrolle sus propias estrategias y, así, fluyan sus capacidades.
¿QUÉ SE TRABAJA EN ESTE LIBRO?
En la primera parte de este libro se trabajan las sílabas inversas de las letras: r, s, l, n y p.En la segunda parte, se trabajan las sílabas directas e inversas de las letras: d, j, m, t, y f.
Además, se sigue prestando mucha atención a los conceptos básicos, haciendo un uso razonado y secuenciado de los mismos..
¿CÓMO SE TRABAJA?
En los diferentes textos se pretende que todos los niños, respetando las individualidades (no todos los niños utilizan exactamente las mismas estrategias), disfruten aprendiendo a leer. Por esta razón, estos libros se pueden utilizar a muy diferentes niveles, desde el texto que tiene necesariamente que ser leído por el adulto, hasta el mismo texto que posteriormente es leído por el niño de forma correcta.
Los textos son fácilmente entendibles porque se sigue utilizando vocabulario adaptado a este nivel y oraciones cortas para favorecer la atención y la comprensión. Todos ellos están pensados para que después de leerlos se pueda trabajar la comprensión oral, que no solo es importante en sí misma sino que es un pilar imprescindible de la comprensión escrita. Por otro lado, resulta interesante despertar la curiosidad e incluir el factor sorpresa a la hora de fomentar el interés por el aprendizaje.
Se fomenta la lectura correcta desde el principio, y se conmina al alumno a hacer preguntas siempre que no entienda algo, teniendo siempre presente que todo trabajo necesita ineludiblemente un proceso de observación previo para saber desde dónde debemos empezar (desde un nivel fácil y haciendo progresiones paulatinamente), siendo conscientes de que es necesario orientar al niño antes de enfrentarlo a un nuevo trabajo. Se debe trabajar con calma, despacio y tener presente que es mejor dejar de hacer un trabajo o parte del mismo para otro día, que hacerlo cuando los niños, por distintas razones, han perdido el interés.
En lo que respecta a la lectura, se sigue partiendo de la identificación de las letras que componen la palabra, para que vayan aprendiendo las reglas de transformación de grafemas a fonemas. Paralelamente, también se hace una lectura de imágenes apoyada con la palabra. De esta manera, se usa la palabra que es mucho más cercana y significativa, y la lectura resulta menos reglada, más libre y amena.
A medida que los niños adquieren destreza en las reglas de conversión grafema-fonema, y, a través de la lectura, poco a poco, van perfeccionándola y aprendiendo las imágenes de las palabras escritas. Así, con la práctica, son capaces de leer con soltura esas palabras directamente. (De hecho, los letreros de la calle, folletos publicitarios, etc. son de gran ayuda para el proceso inicial de la lectura). Además, es muy importante tener en cuenta la precisión y la velocidad lectora, ya que estos factores suelen ser claros indicadores del desarrollo del proceso lector.
“Para el niño, el cuerpo es el elemento básico sobre el que realiza el conocimiento del mundo. A condición, como es lógico, de que vaya tomando gradualmente conciencia de su propio cuerpo y de la actividad que desarrolla en relación con lo que le rodea.
Esa toma de conciencia gradual es la que denominamos esquema corporal que es único y propio de cada persona”
FERNÁNDEZ IRIARTE, M.J.: Educación psicomotriz en preescolar y ciclo inicial. Proyecto 5/8. Narcea, S.A. de ediciones. Madrid. 5ª ed. 1990.
Desde mi punto de vista, el objetivo de la educación es pretender el desarrollo de las diferentes capacidades que tiene el niño para llegar a una integración armónica entre las mismas y así favorecer el desarrollo en su totalidad.
Por esta razón, hoy voy a escribir sobre la psicomotricidad. En mi opinión, el trabajo que se puede realizar a través de este campo en los centros, si se hace concienzudamente, puede ser de gran ayuda, porque muchos de estos ejercicios están muy ligados a la lateralidad y a través de ellos podemos ayudar a que los niños desarrollen y consigan lateralizarse adecuadamente. En cuanto a mi experiencia, estoy totalmente segura de que muchas actividades de las que hacemos diariamente en el colegio, como las relacionadas con la escritura o con la lectura, serían más satisfactorias y exitosas si hubieran sido desarrolladas corporalmente con anterioridad, ya que estas experiencias facilitan mucho el aprendizaje posterior. En lo que se refiere a la escritura, se comprueba esto de forma notable. Hago esta afirmación porque he observado cómo los niños mejoran si se trabaja la psicomotricidad de forma sistemática. Desconozco los resultados que se conseguirían si este tipo de trabajo lo llevase a cabo cualquier persona que conociese este campo mejor que yo, pero es obvio que serían más satisfactorios que los míos.
Creo que en E. Infantil deberíamos hacer un esfuerzo mayor del que normalmente hacemos para trabajar esta área. A veces, cuando estaba en este nivel y ahora en Audición y Lenguaje, me encuentro a alumnos con diferentes problemas motrices en la escritura cuyo origen se encuentra, entre otros factores, en las carencias de su educación psicomotriz, por eso opino que sería necesario tratar esta carencia de forma global. No se puede olvidar que muchas veces no tenemos ni un espacio adecuado, ni superficies de diferentes texturas, ni otro tipo de material necesario del que normalmente los centros no disponen. Además, el número de alumnos en E. Infantil tiende a ser muy elevado para llevar a cabo este tipo de actividades.
Mi postura se centra en trabajar casi diariamente actividades psicomotoras, sobre todo en lugares específicos y adaptados pero también dentro del aula, con una programación adecuada que respete las etapas madurativas de los niños, los conocimientos previos, que esté relacionada con las actividades que se están trabajando en clase y que sea flexible.
Si el movimiento es inherente a los niños, ¿por qué no aprovechar esta realidad infantil más de lo que solemos hacerlo para favorecer su desarrollo psicofísico? El niño necesita moverse y vivenciar el espacio que le rodea para desarrollar su capacidad de orientación, el dominio del esquema corporal, la coordinación viso manual, etc.
La estructuración del esquema corporal se hace paulatinamente. Durante los tres primeros años el niño descubre su cuerpo y va delimitándolo del medio, percibe las partes pero no la unidad. A partir de los tres años y hasta los siete, el niño va construyendo una imagen de las partes pero también una imagen unitaria; será entre los ocho y los doce años cuando el niño alcance la representación del cuerpo en movimiento.
Experiencia personal.
Voy a hacer referencia a un artículo que leí hace tiempo de la Doctora JoëlleGuitart de Anza, médico terapeuta en psicomotricidad-lateralidad titulada por la Facultad de Medicina de París, después de ver un diagnóstico de una de mis alumnas, en relación a los niños con problemas de lateralidad:
Artículo: ZURDOS Y LATERALIDAD
“La disfuncionalidad en la circulación de los influjos nerviosos produce un rendimiento inferior a su verdadero potencial (por eso en esta situación, no hago caso alguno de los test de inteligencia), se manifiesta en lentitud, falta de concentración o comprensión, bloqueos, problemas para la lectura, calculo, abstracción, elaboración mental, etc.”
Revista VIVE-número 5-Año 1
En el libro de Marta Schinca del equipo técnico de C.I.O.S. se pueden encontrar diferentes ejercicios enumerados, bien secuenciados y útiles para ayudar a programar sesiones de psicomotricidad. Fue de los primeros libros que utilicé hace tiempo cuando empecé a preocuparme por este tema y cuando no había muchas publicaciones al respecto. En este libro empecé a ser consciente de la lateralidad, de la necesidad de desarrollar el sentido espacial (tarea que es lenta y laboriosa, que no surge de forma espontánea), pero sobre todo me hizo pensar en las consecuencias negativas que ocasionaban en la lectura y en la escritura las dificultades motrices.
“El comportamiento del niño es perturbado muchas veces por problemas de orden motriz, como, por ejemplo, la incoordinación, la falta de precisión en los gestos producida por fallos en la emisión de las órdenes motoras; la incapacidad para independizar, durante el movimiento, un brazo del otro o de una mano con la otra (sincinesias); incapacidad para disociar miembros superiores de inferiores; la lateralización mal establecida; la imposibilidad de la inhibición voluntaria, la torpeza de movimientos.
Al ir tomando conciencia de su cuerpo con ejercicios especialmente dirigidos a ese fin, el niño adquiere poco a poco el sentido de la lateralidad cuya carencia o descontrol produce también problemas en la estructuración espacial.”
SCHINCHA, MARTA.: Psicomotricidad, ritmo y expresión corporal. Editorial Escuela Española. S.A. Madrid,1980.
Por otra parte, J. Ferré, V. Casaprima y otros afirman que:
“En el diseño curricular de todos los centros de educación preescolar habría que introducir la serie de actividades psicomotrices preventivas…”
En sus dos libros además de orientarnos concienzudamente sobre la lateralidad, nos muestran una serie de interesantes actividades y ejercicios que me parecen muy útiles.
FERRÉ, J., CASAPRIMA, V., CATALÁN, J., MOMBIELA,J.V. El desarrollo de la lateralidadinfantil. Niño diestro – Niño – zurdo. 3ª edi. 2006 Ediciones Lebón. Barcelona.
De los mismos autores: Técnicas de tratamiento de los trastornos de la lateralidad.1º edi.2008.
Como defiendo las aulas abiertas en E. Infantil y en Primero y Segundo de Primaria y que estos niveles deberían formar un solo bloque, también quiero hacer referencia a la E. Física en Primaria y a uno de los últimos libros que me proporcionó el profesor de esta asignatura en el colegio:
Conocimiento del cuerpo.
El alumno debe conocer las partes de su cuerpo mediante el movimiento, de forma divertida y partiendo de las partes alejadas del tronco: cabeza, brazos, piernas…hasta llegar a tomar conciencia de su cuerpo globalmente y a aprender a controlar sus movimientos tanto de forma estática como en movimiento.
Víctor Mazón Cobo, basa su trabajo en el Primer Ciclo de Primaria en el desarrollo de:
El conocimiento y control del cuerpo.
Respiración y relajación
Equilibrio.
Orientación.
Coordinación óculo manual y dinámica general…
“Entendemos como la Educación física busca, ante todo, desarrollar las capacidades motrices del alumno, pero no nos quedamos simplemente en el concepto puramente motricista; yendo más allá, gracias a la Educación Física, el alumno se desarrolla cognitivamente, afectivamente y socialmente.”
Víctor Mazón Cobo identifica como objetivos didácticos:
“Identificar y representar partes de su cuerpo: cabeza, tronco, miembros superiores e inferiores.
Tomar conciencia de los segmentos corporales: mano, antebrazo, brazo, pie, pierna…
Representar los segmentos corporales y sus partes.
Representar el propio cuerpo de forma global.
Identificar y percibir la movilidad articular.
Tener conocimiento y dominio del propio cuerpo (en movimiento y en reposo).
Ejercitar la movilidad articular de los miembros superiores e inferiores.
Víctor Mazón Cobo explica claramente el enfoque que se debería dar a los trabajos para que los alumnos alcancen lo que él llama “indicadores de logro”:
“Reconoce las diferentes partes de su cuerpo y del de los demás.
Toma consciencia de los movimientos de los miembros superiores y eje corporal.
Identifica las partes del cuerpo en un dibujo.
Identifica las diferentes articulaciones en su cuerpo.
Representa su cuerpo de forma global.
Mantiene y ejercita la movilidad articular.
Desarrolla la flexibilidad muscular.
Pasa conscientemente de sensaciones de movimiento a sensaciones de reposo.
Moviliza todas las articulaciones de forma consciente”.
MAZÓN COBO, V. y otros (2010): PROGRAMACIÓN DE LA EDUCACIÓN FÍSICA BASADA EN COMPETENCIAS. PRIMARIA. Editorial INDE. Barcelona.
La lateralidad mixta tiene lugar cuando el niño no utiliza siempre la misma mano para realizar todas las tareas que requieren el uso de la misma. Por ejemplo, escribe con la mano derecha y lanza la pelota o abre una puerta con la izquierda. Cuando el niño utiliza unas de las dos manos indistintamente con similar frecuencia, se dice que es ambidextro.
Algo sobre lo que en los centros se ha hablado mucho es de la zurdería contrariada. A menudo, he escuchado situaciones problemáticas generadas por el uso de la mano izquierda al escribir en el colegio y conozco varios casos, entre ellos el de algunas compañeras, que debían utilizar en el colegio la mano derecha para escribir cuando su tendencia era utilizar la mano izquierda para hacerlo. Por lo que a mí respecta, nunca fui consciente de esta situación ni directa ni tampoco indirectamente hasta que empecé a trabajar. En la escuela a la que asistí, este tema nunca se trató, cada uno utilizábamos para escribir la mano que espontáneamente cogía el lápiz y, supongo que así seguiría siendo hasta que nos convertíamos en adultos, o por lo menos ese fue mi caso.
A veces se afirma que aumenta el número de niños zurdos, sin embargo, Ajuriaguerra afirma lo siguiente:
“lo que se comprueba no es un aumento del número de zurdos, sino más bien un aumento del número de los mal lateralizados”.
FERNÁNDEZ, F.;LLOPIS,A.M.,PABLO,C.: La dislexia. Origen diagnóstico recuperación. CEPE, S.L. Madrid.1998.
Por otro lado, ya en 1984, E. Boltanski afirmaba que “Parece que la proporción de los zurdos, y mal lateralizados haya aumentado en los últimos años. La comparación con una encuesta anterior da las cifras siguientes: en diez años, la proporción de zurdos habría pasado de 5% a más del 8%, mientras que la de los mal lateralizados habría pasado del 5% al 11% aproximadamente (para la etapa de los cinco a siete años).
Los estudios de Tesniere demuestran, pues, claramente que “entre siete y nueve años, asistimos a una lateralización progresiva” y precisamente, en lo que concierne a la mano, a una clara tendencia en la mayoría de los casos, a una dextralización”.
BOLTANSKI, E.: Dislexia y Dislateralidad. Editorial Marfil. Alcoy (Alicante).1984.
Mi trayectoria
Cuando ya estaba trabajando y me comentaban una situación de este tipo, dado el esfuerzo y la experiencia tan negativa que supuso para la persona que había vivido esto, decidí que cada niño escribiese con la mano que quisiera para evitar ese sufrimiento. Esta decisión fue tomada en su día sin base alguna y de manera totalmente arbitraria.
De todos modos, este tipo de situaciones que vivía en el aula y que, muchas veces no entendía, hizo que siguiese interesándome en ellas. Por ejemplo, no sabía por qué unos niños me dibujaban siempre los animales hacia un lado y en cambio otros los dibujaban mirando para otro; tampoco entendía por qué había niños que escribían una vez con una mano y otra con la contraria (bien por propia iniciativa, simplemente porque se cansaban o porque pensaban que de este modo escribirían más deprisa). También me preguntaba por qué a pesar de hacer mucho hincapié desde el principio en el inicio y en la dirección de las letras o números para que ya la primera imagen que tuviesen tanto de las letras como de los números fuese correcta, algunas veces los escribían incorrectamente.
Así que cuando empecé a leer sobre estas cuestiones y pude entender que lo que yo hacía no era ni mucho menos lo que debía de hacer, que tomé decisiones erróneas y que fui consciente de las consecuencias negativas que éstas tenían para mis alumnos, decidí tomar conciencia del problema, informarme y cambiar mi forma de trabajar.
Recuerdo especialmente cuando leí en el libro que cito al final la frase siguiente:
“Alrededor de un 25% de escolares padece este tipo de trastornos (incluimos niños no lateralizados, cruces laterales y lateralidades contrariadas) y la cifra es suficientemente importante como para que nos planteemos el tema con seriedad”.
No me quedó ninguna duda de lo que debía y tenía la obligación de hacer.
“La vida sigue, el ser humano tiene una capacidad de adaptación enorme, el cerebro posee muchos recursos y sistemas de compensación y, por tanto, no debemos interpretar ni aplicar todos estos conceptos de forma estricta, rígida ni matemática”
FERRÉ, J., CASAPARINA, V., CATALÁN , J., MOMBIELA,J.: El desarrollo de la lateralidad infantil Niño diestro – Niño zurdo. Ediciones Lebón. Barcelona. 2006
El ambidextrismo es la situación más común en los primeros años. En el proceso madurativo de su lateralidad, el niño utiliza una mano o la otra, un pie o el otro… usa indistintamente elementos del lado derecho o del izquierdo precisamente porque todavía no existe una clara dominancia lateral, aunque siempre exista un lado dominante.
En la mayoría de los casos, esta falta de definición va evolucionando y este período queda como un paso más antes de llegar a definir su lateralidad. Hay que tener en cuenta que no todos los niños consiguen los mismos objetivos ni en el mismo tiempo ni en el mismo momento, por lo que es necesario ser cuidadosos con el ritmo de cada alumno y tener en cuenta que los niños pasan por diferentes momentos evolutivos hasta que llegan a definir su lateralidad; además, también debemos tener presente el hecho de que en unos casos los niños llegan a definirla claramente y en otros casos no ocurre lo mismo y siguen manteniendo esta indefinición con el paso del tiempo.
La lateralidad cruzada
La lateralidad cruzada consiste en la dominancia asimétrica. Lo deseable sería que todos tuviésemos una dominancia clara: una lateralidad homogénea, que es cuando mano, pie, ojo y oído tienen una dominancia del mismo lado, ya sea del lado derecho o del izquierdo. Cuando la lateralidad no está convenientemente definida, cuando no hay una dominancia del mismo lado, se dice que los niños o los adultos tienen lateralidad cruzada.
La lateralidad cruzada ojo-mano: el niño es diestro de mano y zurdo de ojo o al contrario, zurdo de mano y diestro de ojo. Esta situación es la más directamente relacionada con la adquisición de la lectura, de la escritura y con las dificultades surgidas en el proceso de aprendizaje de ambas. Los problemas de la lateralidad no sólo influyen en el aprendizaje de la lectura y de la escritura, tampoco sólo en aspectos relacionados con el rendimiento escolar en general, sino que influyen globalmente en el desenvolvimiento del alumno que la padece, aunque en algunos campos sea más visibles que en otros.
Dado que el desarrollo de la lateralidad es muy complejo, los alumnos deberían ser diagnosticados por personas experimentadas que fuesen capaces de hacerlo de una manera fiable, proporcionando a aquellos profesionales que trabajen con los niños, unas orientaciones claras que sirviesen para llevar a cabo un trabajo de manera conjunta que ayudase a superar las dificultades de estos alumnos.
Yo, sin una orientación previa, no podría llevar a cabo una labor de estas características con un niño que tuviese este tipo de dificultad. Domino un gran número de ejercicios dirigidos a tratar este tipo de problemas, pero no sería capaz de hacer una secuenciación acertada de los mismos, ni de distinguir qué tipo de actividades debería priorizar respecto a otras. Por esta y otras muchas razones, necesitaría ayuda de profesionales de otros campos: neuropsicológico, clínico, optométrico, etc. De esta manera, me sentiría segura haciendo mi trabajo y no me vería atenazada por las dudas que, en situaciones de incertidumbre, me crea el hecho de pensar que lo que hago puede no ser lo correcto.
La lateralización empieza a desarrollarse muy tempranamente en los niños. Martín Lobo, afirma que a los tres meses de edad comienza a observarse la dominancia de la mano derecha y afirma que “Es conveniente conocer la preferencia y la dominancia de ojo, oído, mano y pie desde los 4 años.”
“En nuestro país se habla de cifras muy elevadas de fracaso escolar y estamos convencidos de que más de la mitad de estos niños fracasan porque no han organizado correctamente su lateralidad diestra o zurda”
“Alrededor de los cuatro años, debemos descubrir cuál es el diseño lateral de cada niño, comprobar que este diseño aflore sobre una base de salud física, mental y afectiva y ayudarle a construirse como diestro o como zurdo en un ambiente emocionalmente sano y adaptado físicamente a sus necesidades. Y, siempre que tengamos dudas, el tema es suficientemente importante como para consultar con un profesional experimentado”
“Calculamos que entre un 20% y un 30% de la población llega a edad adulta sin una lateralidad bien desarrollada y eso tiene consecuencias graves, tanto desde el punto de vista personal, como desde el punto de vista sociológico, aunque no seamos conscientes de ello.”
CASPARINA V, CATALÁN J, FERRÉ J, MOMBIELA J.: El desarrollo de la lateralidad infantil Niño diestro-Niño zurdo. Ediciones Lebón S.L. Barcelona.2006.
Trabajando la lateralidad en el aula
He comprobado que durante el último curso de E. Infantil, muchos niños consiguen diferenciar «su» derecha e izquierda. Posteriormente saben cuando un objeto está a su derecha o izquierda sin una gran dificultad. Reconocer la izquierda y derecha sobre otra persona es muy difícil para los niños de 5 a 6 años. Piaget afirmaba que la integración del Esquema Corporal Lateralizado no se produce hasta los 10 ó 11 años, cuando el niño es capaz de reconocer la derecha e izquierda en las demás personas.
Cuando comprobaba mediante el seguimiento que le hacía a los alumnos que alguno de ellos no respondía de la forma que me parecía adecuada, pedía ayuda al psicólogo para que le hiciese las pruebas necesarias para determinar si había o no un problema de lateralidad.
Los niños empezaban a trabajar la I-D en su propio cuerpo. Al principio me costó mucho trabajo. Si yo no tenía claro lo que tenía que hacer ni cómo, difícilmente podía transmitir lo que quería enseñar y que mis alumnos se enterasen. La primera rutina que establecía en clase era la postura correcta al sentarse, la prensión correcta del lápiz… y hacía siempre una referencia a la I-D. Como los niños estaban sentados en mesas redondas, cuando yo les decía «Levantamos la mano D.» la clase era un descontrol tal que pensaba que nunca serían capaces de aprender cual era su mano D. Después leí en algún sitio que podía ser útil hacer en la mano D. una señal. El resultado era el mismo, cuando se olvidaban de la señal, cada uno levantaba la mano que le parecía. Otras veces alguno lo hacía bien pero cuando miraba al niño que tenía enfrente, como éste había levantado la contraria, cambiaba. Después de un tiempo considerable y de haberme desesperado unas cuantas veces comprobé que cuando hacía el mismo ejercicio con toda la clase de pié y mirándome a mí, los resultados eran bastante mejores. También comprobé que funcionaba mejor cuando me colocaba de espalda (todos en la misma dirección) en vez de hacer los ejercicios enfrente de ellos utilizando la mano (en este caso) contraria a la que utilizaban ellos.
Precisamente trabajando la lateralidad aprendí lo importante que eran las «referencias» como en casi todos los aprendizajes. Cuando estaban todos sentados o de pie pero en la misma dirección y tenían siempre las mismas referencias: la pared, los dibujos, la puerta, ventanas…se orientaban muchísimo mejor. De este modo, la derecha de todos estaba siempre del mismo lado. Al orientarse correctamente la mayoría de la clase, cuando alguno se equivocaba, rectificaba rápidamente y se corregía solo al ver a sus compañeros. Yo era incapaz de trabajar este aspecto cuando cada uno estaba orientado de una forma diferente. También funcionaba el hecho de que verbalizasen lo que hacíamos sólo cuando tenía la seguridad de que habían entendido perfectamente lo que tenían que hacer. De este modo la verbalización servía de apoyo positivo, de refuerzo.
Voy a escribir sobre la lateralidad desde el punto de vista educativo basándome en cómo la trabajaba en el aula de Educación Infantil y ahora en la de Audición y Lenguaje.
Sobre los factores neurológicos relacionados con la lateralidad, no puedo dar mi opinión por desconocimiento.
Es necesaria la concurrencia de profesionales de diversas disciplinas: neurología, optometría, psicología, etc. además de todos los profesionales dedicados a la educación relacionados con el alumno para poder acceder a un diagnóstico fiable y completo por varias razones. La primera, porque el desarrollo de la lateralidad infantil es un proceso muy complicado en sí mismo y con diferencias notables entre un niño y otro; la segunda, porque tenemos la obligación de alertar de las situaciones que puedan entorpecer el desarrollo escolar de nuestros alumnos e intentar ponerles remedio dentro de nuestras posibilidades.
Los diversos profesionales que han estudiado y se dedican a diagnosticar y trabajar este campo de la lateralidad coinciden en la necesidad de realizar un diagnóstico precoz a los niños que presentan este tipo de dificultades, aunque no recomiendan hacerlo antes de los cuatro años.
Cuando descubrí que existía otra realidad diferente de la que yo creía y de las implicaciones educativas de la lateralidad, empecé a interesarme por este tema. Busqué información sobre el mismo y decidí utilizar un baremo basado en AUZÍAS porque lo encontraba fácil de entender y de aplicar. Así que decidí llevar a cabo un registro de los niños de E. Infantil en el que apuntaba el ojo, oído, mano y pie predominante, y el porcentaje de ítems que realizaban con el lado dominante. Las pruebas que les aplicaba no creo que las hiciera muy mal pero, con toda seguridad, la interpretación que hacía de las mismas, dejaba bastante que desear.
En tercer lugar, porque creo que para la mayoría de los maestros entraña bastantes dificultades percibir este tipo de situaciones. Para detectar un problema de lateralidad antes de que se produzca un fracaso, es necesario analizar muchos campos sobre los que no tenemos demasiados conocimientos (ésta es, al menos, mi situación).
“…los alumnos con dificultades de lateralidad, tienen gran voluntad y ponen mucho esfuerzo en el estudio, pero “el tiempo les cunde poco” y les es costoso culminar con éxito sus tareas escolares… Muchos de ellos no han tenido la oportunidad de que los educadores descubrieran sus dificultades y se resignan, junto con sus padres, a realizar un enorme esfuerzo personal en el aula y en su estudio personal, pensando que, en su caso, es un reflejo de su falta de capacidad intelectual”
MARTÍN LOBO, Mª. P.: La lectura. Procesos neuropsicológicos de aprendizaje, dificultades, programas de intervención y estudio de casos. Barcelona. Ediciones Lebón, S.L.
La dominancia lateral de un niño se define por el uso dominante de su mano, ojo, pie y oído. Lo deseable es que tengan una lateralidad homogénea, es decir, que utilicen la mano, ojo, pie y oído del lado derecho en el caso de los diestros, y en el caso de los zurdos, que utilicen el lado izquierdo.
“En cuanto a los niños zurdos, que han sido los grandes olvidados de la higiene postural en la escritura, las indicaciones que se han de seguir son iguales a las de los diestros. Hay que intentar que escriban en la posición por debajo de la línea, ya que es la menos nociva para su salud y más funcional. Otras posiciones como por encima de la línea o lateral no hacen sino perjudicar a la anatomía funcional de la mano o emborronar lo escrito. Hay que tener en cuenta que el papel, es este caso, inclinará hacia el lado contrario que en diestros, aunque el grado de inclinación ha de ser el mismo.”
LÓPEZ BELDA, A.: La disgrafía. Instituto EOS por la presente edición, Mauricio Xandró. Madrid. 2006.
Me han pedido que exponga algunos ejercicios que suelo hacer para evitar que los niños cometan los errores sobre los que estoy escribiendo, en definitiva, “menos hablar y más soluciones útiles”. Estoy totalmente de acuerdo porque es relativamente fácil decir lo que hay que hacer sin que exista la necesidad de tener que demostrarlo con resultados, pero, sobre todo, es más fácil decir lo que hay que hacer si tienen que hacerlo los demás.
Conocer los errores más comunes que pueden cometer los niños en cualquier actividad escolar, establecer un sistema de trabajo que los evite, y como consecuencia de ello conseguir que los resultados de ese trabajo sean claramente buenos y constatables, ya es más complicado. Por eso yo hablo siempre de resultados.
Voy a poner un ejemplo: estamos empezando el curso y uno de los objetivos es conseguir que los niños se impliquen decididamente en su trabajo. Después de trabajar un tiempo prudencial este objetivo, ¿lo he conseguido? Otro ejemplo podría ser voy a enseñar a los niños de la clase a escribir el número 1. Si no se ha conseguido porque un número de alumnos empieza a escribirlo por abajo, otros lo escriben fragmentado (a trozos), otros agarran el lápiz mal… es evidente que ese objetivo no se ha conseguido. En estos casos habrá que plantearse muy seriamente primero el porqué y después habrá que buscar otras alternativas.
Voy a exponer una serie de ejercicios secuenciados que he realizado en clase cuando estaba trabajando en Educación Infantil. En contadas ocasiones sigo haciéndolos, dependiendo de los alumnos que tenga en clase, y de sus necesidades en ese momento.
Trabajo realizado con 3 alumnos: dos niños diestros y uno zurdo. Tienen 5 años y asisten este curso al aula de Audición y Lenguaje.
Tomar conciencia de la línea de escritura.
Papel A4 en la mesa. En este caso empezamos a trabajar en la mesa para conseguir que entiendan lo que tienen que hacer y por qué ahí (me resulta más fácil comprobar si lo hacen correctamente al poder observar individualmente lo que hace cada uno).
1.- a. Papel continuo blanco en el suelo (concretamente, trabajo sobre el reverso de este tipo de papel porque su textura ligeramente rugosa hace que les resulte más fácil trabajar sobre él). En el suelo pintamos pompones con pincel sóloen la parte de arriba/superior de la línea de escritura. Establezco la colocación de cada uno para llevar a cabo esta actividad.
1.-b. Papel continuo blanco en la pared. Deslizamos la manoporla parte de arribade la línea de escritura. Como estaba más pendiente de hacer la fotografía que de la actividad, me olvidé de colocarlos, por lo tanto se colocaron libremente.
¿Qué ha ocurrido? El niño zurdo se colocó a la derecha y, por imitación, coloca la mano como los diestros y hace el ejercicio como ellos. Al no estar acostumbrado a escribir así, no sabe qué hacer con la mano izquierda y la coloca también mal, entorpeciendo, además, el trabajo del alumno que está a su izquierda.
1.-c. Continuamos con el mismo papel en la pared.
Deslizamos el dedo índice por la parte superior de la línea de escritura. Siguen colocándose libremente.
A continuación, hacemos rayas con ceras blandas, en este caso con base circular, aunque las que más acostumbro a utilizar son las de base triangular; ya colocados convenientemente: el niño zurdo en el lado izquierdo, para que pueda colocar el brazo más cómodamente y hacer las rayas con mayor facilidad.
Por otro lado, si observamos cómo sujeta la pintura y coloca la mano el niño que está a la derecha, observamos que manifiesta una clara tendencia a doblar la muñeca, ¿Por qué? Porque en su experiencia previa de pintar o de escribir colocó la mano mal y no se le corrigió.
Por lo que respecta a este caso, es evidente que yo lo corrijo y no le permito colocarse incorrectamente, pero en mi aula está 5 horas semanales y, si el resto del tiempo en su casa o colegio no se le corrige, si no lo salva lo pesada que soy yo con estas cosas, cabe la posibilidad de que en algún momento pueda cometer el error que tanto me afano en corregir.
¿Qué hacer en este caso? En este caso que, en realidad ya no se trata de enseñar sino de corregir una postura levemente incorrecta, hay que prestarle más atención y cuidar más la altura a la que colocamos el papel. Debemos subir el papel, ponerlo un poco más alto de lo que lo puse yo, y así obligarlo a estirar el brazo y la mano. De esta manera, no le queda más remedio que hacer las rayas por donde se le explicó.
“El resultado final de la instrucción escribana será la automatización del proceso, hasta un nivel tal que permita al sujeto concentrarse totalmente en las ideas que desea expresar, sin preocuparse del trazado de los signos”
BRUECKNER, L.J. y BOND, GUY L.: Diagnóstico y tratamiento de las dificultadesen el aprendizaje. Ediciones Rialp, S.A, Madrid, 1992, ed.14ª.
Como demuestran las fotografías de la entrada anterior, los niños zurdos que colocan la mano por encima de la línea de escritura (posición de barrido), no ven lo que escriben. Esa posición les impide llevar un control de lo que están escribiendo y, como consecuencia de ello, no pueden autocorregirse. A menudo, colocan el cuerpo incorrectamente cuando están sentados, lo que provoca cansancio, lentitud en la escritura y, en ocasiones, dolor en la muñeca al tenerla constantemente tensionada para escribir.
Trabajar y fomentar hábitos posturales correctos en los niños en mesas, pupitres, sillas etc. es necesario en todos los alumnos desde el momento en que entran en el colegio, para favorecer el tono muscular en los dedos, manos, brazos… y para que puedan hacer sus trabajos más relajados, más fácilmente y, por lo tanto, de forma más satisfactoria.
“Las implicaciones escolares de la escritura como aprendizaje son tan evidentes que podemos afirmar que más del 70% de la actividad escolar en cualquier sistema educativo tiene relación con ella. Por ello su no adquisición o, lo que es mucho más común, su adquisición inadecuada suele constituir un grave problema para el desarrollo de cualquier individuo en nuestra cultura y no de forma exclusiva en el ámbito escolar, ya que la escritura le va a ser exigida prácticamente en todos los ámbitos de las sociedades desarrolladas o en vía de desarrollo.
Como todo aprendizaje escolar, la escritura exige de los alumnos adquirir previamente una serie de aprendizajes subyacentes o prerrequisitos necesarios para que el proceso de enseñanza se plantee con posibilidades de éxito, y sobre todo para que se puedan prevenir la aparición de dificultades en su aprendizajes.”
GARCÍA VIDAL, J.: Manual para la confección de programas de desarrollo individual. Editorial EOS, Madrid, 1989.
Cuando empecé a ser consciente de la situación escolar de los niños zurdos y empecé a leer y a observar lo que ocurría, comprobé lo siguiente:
A todos los niños les gusta escribir y disfrutan haciéndolo desde que empiezan a hacer garabatos que ellos, en muchas ocasiones, consideran escritura. Es indiscutible que los niños necesitan hacer garabatos libremente en diferentes tipos de soportes, utilizar diferentes texturas, diferentes tipos de materiales, pintarrajear, pellizcar papel, arrugar papeles, picar y un sinfín de actividades más. Cuantas más experiencias tengan antes de iniciar la escritura y más variadas mejor.
Pero la escritura es otra cosa, las letras tienen una forma que hay que respetar, tienen un inicio, una trayectoria y un final, y desde el principio deben hacerse correctamente para que tengan una imagen adecuada, las realicen de manera óptima y construyan su escritura sobre bases sólidas que les den seguridad. De este modo, no serán necesarias las recuperaciones, que tienen lugar una vez se han presentado los problemas: fracaso escolar, desmotivación, falta de interés…
Para enseñar a leer y a escribir es imprescindible un método. El que nos parezca mejor, el más adecuado, el que nos convenza más, pero siempre un método.
Creo que deberíamos hacer continuamente evaluaciones de nuestro trabajo, examinar exhaustivamente los resultados y si algo de lo que hacemos no funciona, hay que buscar otra alternativa, no se puede seguir haciendo lo mismo.
Creo que no se puede dejar la enseñanza de la lectura y de la escritura a la improvisación porque constituyen un pilar básico con repercusiones negativas en la trayectoria escolar de todos los niños si no se hace correctamente.
El convencimiento de que esto es así, me hizo pensar que, incluso en el estadio de garabateo y hasta que los niños empiecen a escribir, hay que ir dándoles unas orientaciones básicas, porque es en estas primeras etapas cuando más necesaria es la supervisión constante de los profesores. Nuestro papel es acompañar, orientar convenientemente a nuestros alumnos desde el inicio para prevenir errores y conseguir que avancen despacio con bases sólidas hacia su mayor autonomía.
Esta serie fotográfica nos muestra como ya a los 4 años a esta niña que es zurda, simplemente haciendo círculos, ya se le puede detectar una tendencia a colocar la mano, cuando empiece a escribir, por encima de la línea de escritura.
Si abordamos el tratamiento didáctico de los niños zurdos, según algunos investigadores cifrado alrededor del 2’2 %, es necesario tener en cuenta una serie de factores para facilitar su aprendizaje.
El aprendizaje de la escritura es difícil para todos los niños y en el caso de los niños zurdos esta dificultad suele ser mayor. Por esta razón, creo que deberíamos ser más cuidadosos de lo que habitualmente somos con estos niños. Yo pasé unos años en los que esta dificultad ni me la planteaba, y al no ser consciente de ella, difícilmente podía pensar en hacer algo diferente de lo que hacía normalmente: nada. De vez en cuando preguntaba, pero sin demasiado interés, y cuando me decían que había que dejar que cada uno escribiese con la mano que quisiera, que no se podía cambiar, para mí era suficiente. Si el niño escribía con la mano izquierda, lo catalogaba como zurdo y ya no volvía a incidir más sobre este tema.
Por otro lado, tampoco tenía mucha idea de lo que supone el desarrollo de la lateralidad en los niños y las implicaciones educativas que ésta conlleva.
Cuando empecé a leer artículos o libros sobre zurdos, no entendía por qué los porcentajes de zurdos podían cambiar tanto dependiendo de quién o quiénes llevasen a cabo las investigaciones:
“Esta variación de la lateralidad se puede comprobar estudiando los porcentajes de zurdos obtenidos en distintas investigaciones. Dichos porcentajes, que coinciden muy poco de unos autores a otros, varían aun más si, en vez de limitarse a la lateralidad manual, se estudia la lateralidad de las piernas o de los ojos, hasta el punto de que, cuanto más numerosas son las pruebas que se aplican para su apreciación, más elevado parece el porcentaje de zurdos. Pero en realidad, como dice Ajuriaguerra, “lo que se comprueba no es un aumento del número de zurdos, sino más bien un aumento del número de los mal lateralizados.””
FERNÁNDEZ BAROJA, F; LLOPIS PARET, A.M.; PABLO DE RIESGO, C.: La dixlexia. Ed. CEPE. Madrid, 1998 -13ª ed. renovada.
Sin embargo, algo observaba en los niños zurdos que me hacía pensar que, sobre todo en la escritura, mostraban matices diferentes.
La escritura se va desarrollando de izquierda a derecha en niños zurdos y diestros. En el caso de niños zurdos su tendencia natural sería la de escribir de derecha a izquierda, por lo tanto tienen que adaptarse a escribir en contra de lo que para ellos sería lo más natural. Otra dificultad, posiblemente una de las más visibles, se produce al ir tapando lo que escriben por la posición de la mano, lo que no sólo les impide ir leyéndolo, sino que también suelen emborronar el papel y lo que escriben (sobre todo cuando utilizan el lápiz para escribir).
“Frente a estas dificultades, el zurdo tiende a adoptar ciertas conductas compensatorias que le acarrean nuevas dificultades:
1) Crispar el hombro izquierdo acercando su brazo al tronco;
2) Inclinarse a la derecha para movilizar mejor su brazo;
3) Colocar su mano por encima de la línea, para dejarla libre. Es la llamada «posición de gancho», en que la muñeca izquierda está encorvada sobre la línea de escritura.
Frente a las dificultades mencionadas, pueden surgir ciertas soluciones más adaptativas:
– Colocar el papel en el campo izquierdo.
– Inclinar el papel hacia la derecha.
– Colocar la mano en posición similar a la que adoptan los diestros por debajo de la línea.
– Tomar el instrumento y realizar el movimiento de progresión izquierda a derecha, de forma similar al diestro.
El educador diestro que debe guiar a un niño zurdo debe previamente familiarizarse con las indicaciones sugeridas.
Cuando el educador ayuda a un niño que está escribiendo, debe colocarse en el mismo lado de la mano que el niño usa para escribir.”
CONDEMARÍN, M.; CHADWICK, M.; y MILICIE, N.: Madurez escolar. CEPE, Madrid, 1985.
El primer libro que leí sobre este tema y que, en cierta medida, me hizo ser consciente por primera vez de la situación de los niños zurdos en el colegio fue el siguiente:
GARCÍA VIDAL, J.: Manual para la confección de programas de desarrollo individual. Editorial EOS, Madrid, 1989.
“En primer lugar es necesario aclarar que no entendemos la zurdería como un déficit…”
“Es evidente para todos los que trabajamos en la enseñanza, y las estadísticas lo refuerzan, que la proporción de alumnos zurdos que presentan trastornos en la escritura es mucho mayor que la de los diestros.”
“Estas dificultades que se encuentran en el medio ambiente ordinario se ven aumentadas en los aprendizajes escolares que necesitan, en casi todos los casos, de un encuadre especial para su comprensión y explicación. Es por ello por lo que consideramos conveniente reforzar el proceso escribano de los zurdos en los siguientes aspectos:
Los movimientos en sinistrogiro (en el sentido contrario al de las agujas del reloj).
Los movimientos en la dirección de la escritura (de izquierda a derecha).
La posición de la mano.
La posición del papel.”
Frente a las posturas de investigadores que trabajaron sobre este tema, dos de ellas expuestas en los libros que he citado, y también frente a mi opinión, otras personas afirman que no ven más dificultades en la vida escolar de los niños zurdos que en los diestros.
En primer lugar, a mí ya me crea una inseguridad notable trabajar con estos niños si no tengo un diagnóstico que me explique claramente cuál es la situación real de estos alumnos. En segundo lugar, por lo menos en los colegios en los que he estado, a estas situaciones, en la mayoría de los casos, no se les presta demasiada atención: las pruebas de lateralidad que se han hecho a mis alumnos, las he pedido yo expresamente. En tercer lugar, el mundo y su funcionamiento está orientado para los diestros, por lo tanto el niño zurdo tiene que llevar a cabo un proceso de adaptación a un mundo que, en principio, no está pensado para él. Para mí es evidente que los niños zurdos necesitan un tratamiento escolar distinto al de los diestros en algunos aspectos. Por supuesto no quiero decir con esto que al niño zurdo, por el sólo hecho de serlo, se le presente un mundo escolar lleno de problemas, ni mucho menos, sino que considero que la enseñanza en el caso de niños zurdos necesita una atención más individualizada, fundamentalmente en el inicio del proceso lecto-escritor.
Definiendo la lateralidad. En ocasiones, tendemos a definir como zurdo a un alumno simplemente basándonos en la mano que utilice para escribir y esto, evidentemente, no es así. La lateralidad de un niño no se puede definir únicamente por su predominio manual, sino que es necesario conocer la lateralidad de ojo, oído, pie…y, a veces, es necesario utilizar pruebas más específicas.
Recuerdo que cuando leí el libro que abajo menciono, me quedé muy sorprendida con una referencia que hace el autor a la lateralidad en la boca: afirma que observó una lateralidad en la lengua al pronunciar algunos fonemas, concretamente la / r/. Comprobé en muchas ocasiones, haciendo ejercicios de corrección en la pronunciación de la [r], cómo algunos niños “torcían” la lengua según el lado dominante, hacia la derecha o hacia la izquierda.
JIMÉNEZ, JAIME M.: La prevención de dificultades en el aprendizaje de la lecto-escritura. CEPE. Madrid, 1989.
La Doctora Outón, en la obra citada anteriormente, explica de forma clara y concisa lo siguiente:
“…lateralidad homogénea, definida o armónica cuando la mano, pie, ojo y oído preferentes se encuentran en el mismo lado del cuerpo. En este sentido son diestros aquellos sujetos que tienen un predominio claro del lado derecho en la utilización de las extremidades vista y oído. Y son zurdos cuando el predominio es del lado izquierdo (Serratrice & Habib, 1993 / 1997; Zazzo &Galifret- Granjon, 1984).”
“Existe lateralidad cruzada o disarmónica cuando las extremidades y órganos sensoriales (vista, oído) predominantes no están en el mismo lado del cuerpo.”
“La predominancia manual es mixta, incompleta o indefinida cuando la preferencia o superioridad no es constante. Un caso de lateralidad mixta o incompleta es, por ejemplo, el escolar que escribe con la mano derecha y enrosca una tapadera con la mano izquierda.”
“Cuando existe una igualdad completa o casi completa en la utilización de las manos, al sujeto se le denomina ambidextro, ambidiestro o equímano. Por lo tanto, la ambidextría se define como la capacidad para emplear las dos manos con igual habilidad (Harris,1958 / 1998;Perelló, 1955; Zazzo & Galifret-Granjon,1984).”
“La lateralidad invertida o contrariada significa que el escolar prefería anteriormente la otra mano. Habitualmente, se aplica este término en el caso de los sujetos con empleo preferencial de la mano derecha y que anteriormente eran zurdos -zurdería contrariada –(Harris,1958 / 1998; Perelló, 1995; Zazzo & galifret-Grnajon,1984).”
Según manifiesta Jaime M. Jiménez, «En algunos estudios se estima que la población zurda corresponde al 5% de la población infantil y en otros esta población se eleva hasta el 25%. Se ha de aducir que es difícil precisar el límite de la dominancia, si bien la mayoría de las pruebas ofrecen unos índice de predominio que oscilan entre el zurdo que realiza todas las pruebas con la mano izquierda hasta el diestro, pasando por una amplia gama de ambidextros».
El mismo autor hace en su libro la siguiente referencia «A. Jadoulle encontró que el 6% de los varones y el 3´5% de las niñas eran zurdos; el 11´5% ambidextros, y el 83% restante -hábiles con la derecha-» (afirma que estas cifras no son exactas, al considerar los niños zurdos reeducados como ambidextros, diestros…)
Jaime M. Jiménez afirma que existe una evolución en el proceso de lateralización. Lo corrobora con los resultados de la aplicación de la Escala MacCartthy:
«A los tres años, el 70%de los niños presentan ya una dominancia establecida por la derecha o la izquierda. Esta preferencia se mantenía prácticamente inalterable hasta un 75% de los niños a los 7 ½ años. A los 8 ½, el predominio lateral era del 85%…»
Dominancia lateral. Determinar la lateralidad de un niño. Primera aproximación. Pautas básicas.
Pautas para determinar la dominancia de la mano.
Rayar un papel, dibujar, escribir, recortar, pellizcar, doblar…
Dar golpes encima de la mesa sólo con una mano, limpiarla con papel o bayeta…
Botar, lanzar, encestar una pelota, deslizarla por el suelo utilizando sólo una mano…
Empujar una mesa, silla, puerta…
Observar qué mano se utiliza para coger algo que se le ofrece, molinillo de soplo, matasuegras…
Dominancia del ojo.
Hacer un agujero en un folio, ponerlo encima de la mesa para que el niño lo coja (aquí también podemos observar la mano dominante) y mire a través de él.
Mirar a través de un tubo (se puede utilizar un tubo hecho con un folio) y posteriormente volver a utilizarlo para averiguar la dominancia del oído.
Con la puerta de la clase cerrada, mirar a través del agujero de la cerradura para decirnos qué pasa en el pasillo.
Mirar si hay algo debajo de un armario, biblioteca, mueble…
Mirar si ve algo en una caja cerrada con un agujero en la parte superior.
Dominancia del pie.
Dar patadas a una pelota, papel, bola…
Empujar con un pie una mesa, silla, saco de arena…
Saltar a la pata coja.
Con los pies colocados detrás de una tira de papel o línea, se le pide que salte por encima sólo con un pie.
Subir y bajar escaleras. Observar qué pie utiliza primero.
Dominancia del oído.
Escuchar un reloj, caracola, caja de música…
Hablar por teléfono.
Poner la música, sonidos… muy bajo para que tenga que acercarse a la fuente de sonido.
Colocarse detrás de la puerta de la clase, en el pasillo, y decir a quién escucha hablar.
Hablar muy bajo para que tenga que acercarse e intentar escuchar lo que se dice.
“BAREMO (Basado en AUZIAS)
LATERALIDAD NO DEFINIDA: menos del 75% del total de los items realizados con el lado dominante (derecha o izquierda).
LATERALIDAD DEFINIDA: 75% o más de los items realizados con la derecha o con la izquierda.
LATERALIDAD CLARAMENTE DEFINIDA: 100% del total de los ítems realizados con el lado dominante.”
TRATAMIENTO EDUCATIVO: Factores Madurativos y Dificultades en Aprendizajes Básicos. E.P.O.E.-Cádiz. Junta de Andalucía – Consejería de Educación. Delegación Provincial de Cádiz.
Esta información es orientativa y nunca podemos olvidar que las pruebas diagnósticas deben hacerlas personas debidamente cualificadas.
“La lateralización cerebral progresa sobre todo mediante actividades motoras globales que requieren el concurso de los dos hemisferios. Las principales son arrastrarse y gatear con patrón cruzado, que sólo es posible por una magnífica coordinación de los hemisferios. Cuanto mayor sea la distancia que recorran los niños de ese modo, tanto mayor será la oportunidad de los hemisferios para descubrir cuál de ellos está destinado a asumir la responsabilidad de dirigir el procesamiento de los estímulos.”
ESTALAYO, VICTOR.; VEGA, ROSARIO.: Leer bien, al alcance de todos. El método Doman adaptado a la escuela. Editorial Biblioteca Nueva, S.L., Madrid.2003.
Yo creo que, teniendo en cuenta la importancia que tiene el desarrollo motor en los niños, deberíamos dedicar a este tipo de actividades una mayor atención, empezando o continuándolas desde el primer momento que llegan al centro, yo tardé bastante tiempo en abordar estas cuestiones: la adquisición del esquema corporal lateralizado, en la convergencia visual…
Pensamientos y sentimientos.
Siento que los resultados del Informe Pisa no hayan sido más satisfactorios en Andalucía.
He trabajado en Tarifa 18 años y tengo que decir que fue precisamente aquí en donde me paré, mejor dicho me pararon, a reflexionar sobre lo que estaba haciendo en mi aula, qué sentido tenía, por qué y para qué debía cambiar diversos aspectos en mi forma de trabajar. Recuerdo perfectamente cuando Don Luís Martínez (miembro del E.P.O.E. de la Delegación de Educación de Cádiz) me dijo que “no era necesario que trabajase tanto”, algo que entendí tiempo después: a veces, es mejor no hacer nada que hacerlo mal.
Tuve la gran suerte de que en ese momento el Inspector Jefe en Cádiz era el Sr. Fernández Pozar. Él y un grupo de profesionales del Equipo Específico (E.P.O.E.-Cádiz) hicieron un trabajo magnífico y nos dieron la gran oportunidad de abrir los ojos y hacernos ver otra realidad educativa. A Don Luís Martínez pocas veces le he dicho todo lo que me ayudó y lo mucho que me sirvieron sus enseñanzas en el colegio y en la vida.
Recuerdo con nostalgia el primer curso que nos dio en el Colegio Guzmán el Bueno de Tarifa y recuerdo también mi falta de interés en el mismo antes de empezarlo.
Y yo me pregunto, ¿por qué no aprovechan los conocimientos, la experiencia y la profesionalidad de personas tan válidas como las que me ayudaron a mí y que desde sus puestos, con su trabajo y esfuerzo, ayudaron a cambiar las cosas?
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