Tristemente me di cuenta tarde (cuando ya no estaba dando clase en Educación Infantil) de que debería haber trabajado más la comprensión utilizando la expresión oral. Creo que deberíamos prestarle más atención y dedicar más tiempo a esta actividad, ya que esta tarea es lo suficientemente importante como para integrarla dentro del método de trabajo como una rutina más.
A lo largo de la jornada escolar encontramos multitud de situaciones en las que se pueden hacer preguntas y trabajar la comprensión de forma muy contextualizada. También me parece acertado acostumbrar a los niños a que formulen sus propias preguntas. Los textos muy cortos de mi método favorecen este tipo de actividad y ayudan a que los niños a desarrollen su competencia, seguridad… y sobre todo la autosuficiencia de la que habló María Montessori.
No soy muy partidaria de trabajar la comprensión utilizando fichas específicas aisladas que, en muchos casos, están lejos de la inmediatez que nos ofrece el trabajo cotidiano. Empecé haciéndolo así porque no sabía hacerlo de otro modo y, desde mi punto de vista, no me funcionó “demasiado bien”.
A pesar de las dificultades que supone trabajar en clase el lenguaje oral, a mí me parece que se deben fomentar actividades de este tipo.
No podemos obviar que además, a veces, también se presentan otras dificultades para llevar a cabo esta tarea, sobre todo, cuando algún niño tiene algún tipo de alteración en el lenguaje: retrasos del lenguaje, dificultades articulatorias, tartamudeo o cualquier otro tipo de dificultad que le impida comunicarse de forma adecuada en ese contexto. Todos sabemos que una mala pronunciación se hace más evidente cuando un niño se expresa verbalmente en clase que cuando mantiene una conversación con un compañero o con la profesora. Por esta razón, es necesario evitar que este tipo de dificultades influyan negativamente en el alumno y que no coarte su expresión o repercuta negativamente en su integración.