“El resultado final de la instrucción escribana será la automatización del proceso, hasta un nivel tal que permita al sujeto concentrarse totalmente en las ideas que desea expresar, sin preocuparse del trazado de los signos”
BRUECKNER, L.J. y BOND, GUY L.: Diagnóstico y tratamiento de las dificultades en el aprendizaje. Ediciones Rialp, S.A, Madrid, 1992, ed.14ª.
Como demuestran las fotografías de la entrada anterior, los niños zurdos que colocan la mano por encima de la línea de escritura (posición de barrido), no ven lo que escriben. Esa posición les impide llevar un control de lo que están escribiendo y, como consecuencia de ello, no pueden autocorregirse. A menudo, colocan el cuerpo incorrectamente cuando están sentados, lo que provoca cansancio, lentitud en la escritura y, en ocasiones, dolor en la muñeca al tenerla constantemente tensionada para escribir.
Trabajar y fomentar hábitos posturales correctos en los niños en mesas, pupitres, sillas etc. es necesario en todos los alumnos desde el momento en que entran en el colegio, para favorecer el tono muscular en los dedos, manos, brazos… y para que puedan hacer sus trabajos más relajados, más fácilmente y, por lo tanto, de forma más satisfactoria.
“Las implicaciones escolares de la escritura como aprendizaje son tan evidentes que podemos afirmar que más del 70% de la actividad escolar en cualquier sistema educativo tiene relación con ella. Por ello su no adquisición o, lo que es mucho más común, su adquisición inadecuada suele constituir un grave problema para el desarrollo de cualquier individuo en nuestra cultura y no de forma exclusiva en el ámbito escolar, ya que la escritura le va a ser exigida prácticamente en todos los ámbitos de las sociedades desarrolladas o en vía de desarrollo.
Como todo aprendizaje escolar, la escritura exige de los alumnos adquirir previamente una serie de aprendizajes subyacentes o prerrequisitos necesarios para que el proceso de enseñanza se plantee con posibilidades de éxito, y sobre todo para que se puedan prevenir la aparición de dificultades en su aprendizajes.”
GARCÍA VIDAL, J.: Manual para la confección de programas de desarrollo individual. Editorial EOS, Madrid, 1989.
Cuando empecé a ser consciente de la situación escolar de los niños zurdos y empecé a leer y a observar lo que ocurría, comprobé lo siguiente:
A todos los niños les gusta escribir y disfrutan haciéndolo desde que empiezan a hacer garabatos que ellos, en muchas ocasiones, consideran escritura. Es indiscutible que los niños necesitan hacer garabatos libremente en diferentes tipos de soportes, utilizar diferentes texturas, diferentes tipos de materiales, pintarrajear, pellizcar papel, arrugar papeles, picar y un sinfín de actividades más. Cuantas más experiencias tengan antes de iniciar la escritura y más variadas mejor.
Pero la escritura es otra cosa, las letras tienen una forma que hay que respetar, tienen un inicio, una trayectoria y un final, y desde el principio deben hacerse correctamente para que tengan una imagen adecuada, las realicen de manera óptima y construyan su escritura sobre bases sólidas que les den seguridad. De este modo, no serán necesarias las recuperaciones, que tienen lugar una vez se han presentado los problemas: fracaso escolar, desmotivación, falta de interés…
Para enseñar a leer y a escribir es imprescindible un método. El que nos parezca mejor, el más adecuado, el que nos convenza más, pero siempre un método.
Creo que deberíamos hacer continuamente evaluaciones de nuestro trabajo, examinar exhaustivamente los resultados y si algo de lo que hacemos no funciona, hay que buscar otra alternativa, no se puede seguir haciendo lo mismo.
Creo que no se puede dejar la enseñanza de la lectura y de la escritura a la improvisación porque constituyen un pilar básico con repercusiones negativas en la trayectoria escolar de todos los niños si no se hace correctamente.
El convencimiento de que esto es así, me hizo pensar que, incluso en el estadio de garabateo y hasta que los niños empiecen a escribir, hay que ir dándoles unas orientaciones básicas, porque es en estas primeras etapas cuando más necesaria es la supervisión constante de los profesores. Nuestro papel es acompañar, orientar convenientemente a nuestros alumnos desde el inicio para prevenir errores y conseguir que avancen despacio con bases sólidas hacia su mayor autonomía.
Esta serie fotográfica nos muestra como ya a los 4 años a esta niña que es zurda, simplemente haciendo círculos, ya se le puede detectar una tendencia a colocar la mano, cuando empiece a escribir, por encima de la línea de escritura.