No pienso que sólo con programas específicos (individualizados) se pueda dar solución a todos los problemas de fracaso escolar, del mismo modo que tampoco creo en respuestas milagrosas. Todos sabemos que el fracaso escolar no siempre está relacionado con las capacidades de los alumnos, ya que también guarda relación con otros muchos factores que, en muchos casos, son muy difíciles de modificar.
Por el contrario, sí creo en el trabajo serio y concienzudo, y también soy consciente de que, en muchos casos, los “programas ordinarios” no funcionan con un número considerable de alumnos. Es precisamente en Educación Infantil y en los primeros años de Educación Primaria donde más justificados están los trabajos individualizados, para que desde el principio y antes de poner a los niños en situación de fracaso y bajar su autoestima, se tenga presente que en todo niño existe una “Zona de Desarrollo Próximo” desde la que el niño puede trabajar, aprender y evolucionar positivamente y sobre la que tanto y, a mi parecer de manera tan acertada, trabajó Vygotski.
Del mismo modo, creo que nuestro deber y obligación como profesionales debe consistir en aprovechar todos los resortes posibles, no para que todos los alumnos lleguen a “ la cima de la misma montaña” sino que debemos intentar que cada alumno llegue a “su cima” en las mejores condiciones posibles y sacando el máximo provecho de cada individualidad, conociendo y respetando, como afirma H. Gardner, las diferentes clases de inteligencia. Esto es para mí el éxito escolar.
Yo no estoy capacitada para abordar los pros y los contras de las teorías ambientalistas o genetistas pero, en todo caso es evidente que formamos parte del “ambiente escolar” y éste es el que debemos intentar mejorar.
Todo peldaño que con nuestro trabajo ayudemos a remontar a nuestros alumnos, siempre les permitirá tener una visión más amplia del mundo, más humana. En definitiva, todo camino, que, por pequeño que sea, seamos capaces de recorrer o hacer recorrer a nuestros alumnos, nos hará a todos más libres y nos ayudará a ser más críticos con la realidad.
Sigo creyendo firmemente que con un sistema educativo lógico y racional con una sociedad firmemente concienciada con los valores de la educación y con profesionales altamente cualificados y programas adecuados, sería incuestionable que el rendimiento escolar mejoraría considerablemente.